lunes, 9 de marzo de 2015

El pequeño artista que dejó de dibujar.

Como todo en la vida, el dibujo tiene etapas.
En varias ocasiones hemos podido apreciar que muchos de nosotros nos hemos quedado estancados en una de ellas, bien por habernos dejado influir por la opinión de nuestro entorno, o bien por haber sido demasiado críticos con nosotros mismos o haber realizado comparaciones con lo que creíamos que "debía ser válido".

Por ello he decidido inventarme un pequeño cuento que ilustra la forma en que, sin darse cuenta, muchos adultos van provocando que los niños dejen de confiar en sí mismos y abandonen el dibujo.

Adjunto en primer lugar los apuntes que he recogido,  en los que he combinado teoría con pequeños bocetos de los dibujos típicos que representan esa etapa.







Y ahora el cuento:

EL PEQUEÑO ARTISTA QUE DEJÓ DE DIBUJAR

Una tarde de verano, cuando Juan tenía tres años, sus padres le dieron un folio para que dibujase algo. Cuando el niño terminó, levantó alegre la hoja y se la dio a su madre. Ella sonrió y se lo enseñó a su marido. 

 - ¿Qué es eso, hijo?
 - Soy yo, y...y el sol - dijo el niño.
 - Pero si esto son garabatos, tienes que hacerlo mejor Juan, que no se entiende nada.
El niño, cabizbajo, se puso a ver los dibujos animados.


Cuando Juan tenía cinco años, la maestra le dio un folio en blanco para que dibujase a su familia. Cuando el colegio terminó, el niño se lo llevó a casa para enseñárselo a sus padres.

 - ¿Que es eso, hijo?
 - Pues...somos nosotros. Mira, este eres tú, esta es mamá, y el de ahí en medio soy yo!
 - Pero si no nos parecemos nada, ¡qué gracioso! Anda Juan, a ver si aprendes a dibujar mejor... dile a tu maestra que te enseñe.
Y el niño, escondió el dibujo y se fue a ver la televisión.


Juan había cumplido ocho años y se acercaba el cumpleaños de su amiga Sara. Le hizo un dibujo como regalo, pero se lo enseñó a sus padres antes.

 - Le voy a regalar a Sara este dibujo, mirad, somos nosotros en el recreo, y eso...pues son las porterías de fútbol que hay en el patio.
 - Pero hijo, haz el cielo más arriba, y vosotros... ¿sois más grandes que el árbol? Anda que...yo a tu edad hacía unos dibujos...¡no sé a quién has salido!
Y Juan, que ya no se sorprendía con los comentarios de sus padres, no sabía qué hacer con el dibujo, así que lo guardó y le regaló a Sara un cuento que su madré le compró.


Con diez años Juan ya odiaba la clase de plástica, y cuando hacía un dibujo lo escondía y no se lo enseñaba a nadie.

 - ¿Qué has hecho hoy en clase Juan? ¡Cuéntanos algo!
 - Nada, lo de siempre.


Y así fue como el pequeño artista, Juan, dejó de dibujar.



Bueno, espero que os haya gustado, y que os haya hecho reflexionar. 


Y recordad,

NUNCA HAGAIS QUE UN PEQUEÑO ARTISTA DEJE DE DIBUJAR.

¡Hasta pronto!
Paula.


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